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Balneario de Aribe




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La fuente medicinal de Aribe era ya conocida en el siglo XVIII. 

El balneario fue construido a mediados del siglo XIX, llegando su uso hasta los años 20 del siglo XX.  Sus aguas son ferruginosas y carbonatadas, ideales para las dolencias de estómago e hígado. Hoy queda el edificio abandonado, la cabaña del servicio y el topónimo Iturri. (fuente)

Pedro Gómez de Bedoya en 1764 decía en una carta “Tiene dicha Poblacion de Aribe como treinta casas. En su aspera Jurisdiccion hay tales quales pequeños llanos, que siembran sus Moradores de Cebada, y Maiz. Los mas son Pastores, por tener muchos pastos con crecido numero de ganado menudo. Al pie de un barranco, y como media legua distante de Aribe, a la orilla del Rio Irati, quenace, y baxa del Pyrineo, mana a borbollones la fuente, que tiene el mismo nombre que el Lugar, mirando a Oriente, en lo alto de un cerro bien elevado, y cercano a la fabrica de Hierro, llamada Orozbetelu; es su caudal bastante, sin que se disminuya en tiempo alguno, su agua es cristalina, mas que tibia, y sin algun mal gusto."

En tiempos más modernos, Hemingway. llegó por primera vez a Iruñea a conocer los Sanfermines en 1924, en medio de la dictadura de Primo de Rivera, y con un bando del alcalde prohibiendo casi todo. 

Para Ernest y sus amigos fue un gran descubrimiento, bebiendo sin medida y comiendo truchas, cordero al chilindrón o ajoarriero picante y exhaustos como solían acabar de tanta fiesta, encontraron un rincón idílico donde descansar en Auritz-Burguete y la Selva de Irati. Según sus palabras, “Lo más parecido al cielo o al más allá podrían ser los días que pasamos juntos en el valle del Irati... el territorio más malditamente salvaje de los Pirineos”. 

Así lo recuerda su amigo Peter Donald: “Realmente le gustaba que reconociesen su labor de escritor, pero en más de una ocasión, cuando le agobiaban más de lo que él podía aguantar, me confesaba que en esos momentos le venía a su mente la soledad y la tranquilidad del Irati. 

Creo que Hemingway sólo entendía los San Fermines si los complementaba con unos días de descanso en Burguete. Allí se relajaba y se reencontraba consigo mismo”.

Teniendo como base de operaciones el Hotel Burguete, sus salidas las realizaba en la zona cercana al pueblo, aunque tuvo preferencia por el río Irati y la pesca de sus truchas. Uno de sus paseos favoritos era ir a Aribe. Allí se perdía en la orilla del río Irati, junto al balneario, como comenta una vecina del pueblo, “era curioso ver como cada día pasaba largas horas con sus tres o cuatro cañas sentado junto a un árbol; venía con una cesta de mimbre en donde llevaba la comida y botellines de cerveza”.

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Vista del pueblo de Aribe

Vista del pueblo de Aribe

Edificio del Balneario de Aribe en ruina

Edificio del Balneario de Aribe en ruina

Edificio con vistas al río Irati

Edificio con vistas al río Irati

Detalle de ventana del edificio Aribe

Detalle de ventana del edificio Aribe

Puente colgante de Aribe

Puente colgante de Aribe

Vista sobre el puente colgante de Aribe sobre el río Irati

Vista sobre el puente colgante de Aribe sobre el río Irati

Panorámica del balneario Aribe y el río Irati

Panorámica del balneario Aribe y el río Irati

Puente sobre el río Irati de acceso a Aribe

Puente sobre el río Irati de acceso a Aribe

Calle principal de Aribe

Calle principal de Aribe

Presa del embalse de Irati

Presa del embalse de Irati




“No he fracasado. He encontrado diez mil formas que no funcionan”. – Thomas Edison

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