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Arquitectura y arte, museos y naturaleza, han hecho de Trento un maravilloso destino que visitar suficiente tiempo.
En torno al año 1000, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Conrado II, creó el principado obispal de Trento y la ciudad fue durante mucho tiempo un centro religioso de notable importancia. Tanto es así que aquí tuvo lugar el famoso Concilio de Trento, que dio origen a la Contrarreforma. Fue precisamente en el siglo XVI el siglo de oro de Trento, gracias a algunos obispos que promovieron la construcción de nuevos edificios e iglesias.
La Plaza del Duomo a la que se asoman los espléndidos palacios nobles decorados con frescos como las “Casas Cazuffi-Rella”.
En esta plaza, en la que se enterró a San Vigilio, surge el Duomo de San Vigilio, de estilo románico, construido en el 1212 por deseo del obispo Federico Vanga y donde tuvieron lugar las reuniones del Concilio de Trento.
El Palacio Pretorio y la almenada Torre Vanga, del siglo XIII, forman junto al Duomo un conjunto espectacular que domina la plaza, adornada con la Fuente de Neptuno, del siglo XVIII.
Un placer para la vista es el Castillo del Buonconsiglio compuesto por una serie de edificios de distintos períodos. El castillo, residencia de los obispos de Trento desde el siglo XIII hasta finales del siglo XVIII, hoy acoge distintos museos.
Dos edificios característicos, ambos del siglo XVI, son la iglesias de Santa María Mayor, de mármol rojo, y el Palacio Tabarelli, en cuya fachada se esculpieron 22 perfiles de personajes históricos locales. Hay que visitar, para concluir, el Palacio Pona Geremia, del siglo XV, con la llamativa fachada, decorada con frescos que representan episodios de la ciudad y mitos, y la iglesia de San Apolinar (siglo XIII).
La torre verde de Trento,con un brazo unido a las paredes del castillo Buonconsiglio de la ciudad de Trento, que comúnmente es llamada la Torre Verde, por su tejado puntiagudo con forma irregular, completamente cubierta de tejas, de color verde oscuro y amarillo.
El historiador Lamberto Cesarini Sforza dicia que, de acuerdo con un plan de finales del siglo XVII, esta torre era llamada Torre de la col o de las hierbas, pero nadie fue capaz de explicar el origen de este curioso nombre.
La única forma semi-cilíndrica de la torre y su ubicación en la custodia y guardia de la ciudad, han dado una gran admiración especialmente llamativa y de curiosidad, sobre todo porque nos ofrece una visión inusual y única en la esquina, muy característica de la ciudad.
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