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A escasa distancia de las desérticas costas saharianas, a lo largo de las agrestes cumbres de la isla Canaria de la Gomera, se refugia uno de los bosques más singulares y emblemáticos del Estado Español. La persistente envoltura de nieblas que ascendiendo desde el Océano se pega a las cumbres insulares, impregnándolas de humedad y frescura, propicia la milagrosa existencia de estas espléndidas y misteriosas selvas, últimos vestigios supervivientes de las ancestrales selvas subtropicales que hace millones de años poblaron el área mediterránea". La laurisilva canaria, un ecosistema relicto del Terciario desaparecido del continente como consecuencia de los cambios climáticos del Cuaternario, encuentra refugio en la zona de nieblas de las islas Canarias. Garajonay es en la actualidad la muestra mejo conservada de este ecosistema, albergando más de la mitad de los bosques maduros de laurisilva del Archipiélago. Otros valores del Parque Nacional son la diversidad de tipos de formaciones vegetales, el gran número de especies endémicas y la existencia de espectaculares monumentos geológicos, como los Roques.
Con la llegada de los europeos en el primer tercio del siglo XV, La Gomera es motivo de rivalidad entre España y Portugal. Los bandos gomeros se alían con unos y con otros, hasta la definitiva renuncia de Portugal. Al principio, la penetración de la cultura europea es pacífica y paulatina, hasta la llegada de Hernán Peraza "El Joven" como señor, que establece imposiciones tributarias y vasallaje, provocando la sublevación de los bandos que son derrotados. Tiempo después, Hernán Peraza establece un pacto de hermanamiento con el bando de Ipalán, que rompe al entablar relaciones con la princesa aborigen Iballa. Esta afrenta, una más, incita a los aborígenes a darle muerte. Como represalia, se produce una gran matanza siendo los gomeros capturados vendidos como esclavos, quedando la isla sometida por la fuerza.
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