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El Toboso debe su fama a la novela cervantina, donde Dulcinea nos abre camino entre las calles que tienen inscripciones de la novela, para llegar a la que se supone su casa, Casa-museo de Dulcinea.
Las calles y plazas del pueblo son monumentos de interés histórico-artístico. El Toboso también goza de rincones llenos de encanto típicos de las pequeñas villas manchegas, con su tradicional edificación de mampostería y tapial y el refulgente blanqueado de sus muros.
El Museo Cervantino o al Museo del Humor Gráfico Dulcinea, son también centros neurálgicos donde se recoge la esencia de la insigne obra maestra de la literatura universal.
Pero además la localidad reúne muchos otros rincones de interés, como el Museo-convento de Trinitarias, de estilo herreriano, los ocho pozos que se conservan, útiles para el abastecimiento de agua a la población y para abrevadero de animales, fechadas entre los siglos XVI y XVII,
También podemos admirar sus casas blancas, la casa de Dulcinea, la Casa de los Mergelinas, la iglesia de San Antonio Abad y el Museo Cervantino.
La ruta de los Pozos del Toboso cuenta con ocho de estas construcciones, útiles para el abastecimiento de agua a la población y para abrevadero de animales, fechadas entre los siglos XVI y XVII.
Las descripciones literarias hechas por Miguel de Cervantes en el El Quijote, habla de la gran torre de la iglesia, entre otros rincones, que nos conducen hasta la histórica casa de Ana Martínez Zarco, en quien dicen se inspiró el autor para elaborar su personaje de Dulcinea.
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