El proyecto nació en 2006, con Revilla como presidente. Las vallas que protegían el perímetro han ido cediendo al paso del tiempo y se puede entrar sin problemas a la pista de aterrizaje, que sigue esperando la estrene una avioneta o un helicóptero.
El presupuesto inicial ascendió a 1.197.931 euros. Las obras finalizaron en septiembre de 2008. Se esperaba entonces que el aeródromo comenzara a funcionar como base de operaciones para la lucha contra incendios forestales.
Tramitando los permisos para la circulación aérea, en Castilla y León fraguó su propio proyecto para la zona. En 2009 comenzó a construir un parque eólico a unos metros de la pista de aterrizaje.
La incompetencia política entre comunidades autónomas, dió como resultado que se inutilizara para siempre el aeródromo. Los aerogeneradores interferían la línea de despegue y AENA no podía dar permiso para volar allí por motivos obvios de seguridad.
El Parque Eólico Sargentes, fué construido por ACS e Inverduero, convirtiéndose en una provechosa inversión para el grupo empresarial de Florentino Pérez. Tres años después de su construcción fue vendido en un paquete de once parques eólicos por 580 millones de euros.
Cantabria ha seguido invirtiendo para buscarle algún provecho; 373.952 euros más de dinero público para adaptarlo a helipuerto. Finalmente aceptado por la Agencia Espacial de Seguridad Aérea dando los permisos de vuelo para helicópteros en 2014, pero a día de hoy, ninguno se ha posado allí jamás.
Posteriormente el Gobierno pagó a un equipo de investigadores de la Universidad 14000 euros para confeccionar un informe sobre el deslinde entre comunidades, al suponer que el parque eólico no repetaba los límites. Como don Quijote en su lucha con los molinos, el resultado fue otro fracaso.
Hoy desde Valderredible, se está pensando cómo sacar rendimiento al aeródromo de alguna manera: carreras de coches, vuelo de drones, con vuelos sin motor. Lo cierto es que tiene gran potencial para Valderredible.
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