Templo de Diana en Évora
La mejor forma de visitar Évora es a pie, recorriendo las calles estrechas, de casas blancas, para ir descubriendo los monumentos y los detalles que desvelan su historia y la riqueza de su patrimonio, en el centro del Alentejo Portugues.
Considerada una ciudad museo, Évora mantuve hasta hoy su encanto tradicional en todo el centro histórico, dentro de las murallas en estilo Vauban.
Ya en la prehistoria había poblados en la región, como es fácil comprobar siguiendo el Circuito Megalítico de Évora, siendo que el monumento más famoso es el Crómlech de los Almendros.
Hace 20 siglos, los Celtas dominaban la región y, así se cree, una de sus tribos, los Eburones (de Eburos, la palabra celta para tejo, una especie de árbol), estibe en la origen del nombre Évora.
Durante el importante dominio romano, Évora se llamó Liberalitas Julia. En esa época se construyó el monumento más conocido de la ciudad, el templo Romano, en uno de los puntos más altos de la ciudad.
Nos adentraremos en las entrañas de sus murallas medievales, las que custodiando la ciudad desde el siglo XIV, para continuar caminando por un entramado de callejuelas que se retuercen a su antojo entre cuestas y edificios históricos.
Así nos encontraremos con la Praça do Giraldo. Esta plaza es el corazón de la ciudad, con cafés, terrazas, tiendas y la oficina de turismo. En uno de los extremos se encuentra la Iglesia de San Antonio y el chafariz de mármol con 8 caños, que representan las 8 calles que allí convergen.
Después de reponer fuerzas, salimos de las arcadas de la Praça do Giraldo y podemos recorrer los principales puntos de interés:
El templo y las termas romanas, del siglo II d. de C cuando el emperador Adriano, mandó levantar el que está considerado uno de los templos romanos mejor conservados de toda la península ibérica. Podemos admirar las 14 columnas corintias, casi intactas. Esto se debe a que durante la Edad Media fueron tapiadas, permaneciendo así hasta el siglo XIX, cuando se dejaron al descubierto de nuevo.
Las murallas medievales, son tres murallas que han protegido el centro histórico durante siglos. Levantadas en diferentes siglos, construida la primera en el siglo III, durante la época romana. La segunda fue construida en el siglo XIV y la última en el siglo XVII. Están bien conservados sus almenas, torres y puertas.
La Catedral de la Sé, Tardó en construirse 60 años, pero el gótico y el románico se funden de manera magistral y admiramos la majestuosidad de sus capillas, la belleza de su claustro medieval y las vistas de Évora desde sus azoteas.y se finalizó en el siglo XII. Además. En ella se bendicieron las banderas de los barcos de Vasco da Gama en 1497.
La Iglesia de la Gracia y la Iglesia de San Francisco, con su curiosa Capilla de los huesos (Capela dos Ossos).
La Capilla de los huesos, como decía, anexa a la Iglesia de San Francisco se encuentra un punto de interés para los amantes de lo siniestro. De estilo gótico, se consruyó en el siglo XVI, por un fraile franciscano. Las paredes de esta peculiar capilla están cubiertas con huesos y cráneos de más de 5.000 personas, sujetadas con cemento y formando ordenados patrones geométricos. Estos huesos provenían principalmente de los cementerios de las iglesias situadas en los alrededores.
El Acueducto Agua de Plata, portaba el agua en sus inicios hasta el corazón de la ciudad; es decir, hasta la mismísima Plaza de Giraldo. El tramo visible más grande se encuentra fuera de las murallas medievales, alcanzando una altura máxima de 12 metros. En la parte del acueducto que se encuentra dentro de estas murallas se han ido construyendo pequeñas casas y tiendas incrustadas entre sus arcos. Fue construido en el siglo XVI por Francisco de Arruda, el mismo arquitecto que diseñó el acueducto de Elvas y la popular Torre de Belem en Lisboa.
La Universidad do Espiritu Santo o de Évora, fundada en 1559 por el cardenal D. Henrique, se encuentra fuera de las murallas medievales. Se trata de la segunda universidad más antigua de Portugal, solo por detrás de la conocida universidad de Coimbra.
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